24 abril, 2012

POBREZA EN PERÚ: "Hay crecimiento económico pero su distribución no es equitativa"


Las declaraciones del Bill Gates, fundador y magnate de Microsoft, levantó polvo en nuestro país. Él cuestionó que España siga ayudando al Perú, argumentando que nuestro país ya es considerado un país de ingresos medios, con 10 mil dólares de renta per cápita. 

La abogada y especialista en seguridad alimentaria del Centro Peruano de Estudios Sociales CEPES, señala que es cierto que "existe un crecimiento económico, pero la distribución del mismo no es equitativo". Esto se debe a que el Estado no ha invertido en la sierra y selva del país. 

"El desarrollo ha sido destinado a la costa, pero la pobreza existe y persiste en la sierra y Amazonía del país", dice Iris Camacho. Según la especialista del CEPES, en la ciudad de Lima existe una percepción equivocada de la realidad del país, "piensan que todo está bien, sin embargo regiones como Huancavelica, Apurímac y Huánuco, presentan mayores índices de vulnerabilidad ante la seguridad alimentaria". 

Esta situación es más evidente en los niños. Por ejemplo según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Mimdes, el 25 por ciento de los niños menores de 5 años sufren de anemia. Otro dato importante es que según el Instituto Internacional de Investigación sobre políticas alimentarias, IFPRI, en un ranking entre 130 países, el Perú ocupa el puesto 52 del peor nutrido.

16 abril, 2012

¿La tierra para el que tiene más plata?

Caricatura de Carlín (Diario La República)

Solo te acuerdas los pequeños agricultores peruanos cuando viene un nuevo Mistura. Alabas el trabajo de un agricultor solo cuando ves a un chef hablar sobre lo importante que es la papa peruana. Y lo compartes alegremente en tu Facebook. Pero el resto del año están ausentes de tus redes sociales y conversaciones. Te das cuenta de las agricultoras y agricultores cuando en los noticieros ves que han perdido sus cultivos por las lluvias o inundaciones, y lo primero que piensas: “van a escasear los alimentos y van a subir los precios”. Te acuerdas de los agricultores cuando ─desesperados por no ser escuchados por las autoridades─ bloquean alguna carretera pidiendo mejores condiciones al gobierno. Y lo que piensas es: “que vaya la policía y los lleve a la cárcel por bloquear a los buses en la carretera”. En el fondo no te importa el campo ni lo que les pase a miles de familias que se dedican a la agricultura. Salvo que sus problemas te afecten directamente. Por ejemplo en el acceso a tu acostumbrado lomo saltado o tu cebiche de fin de semana. “No puede ser. Hay que apoyar a los agricultores, no nos podemos quedar sin el arroz con pollo”, dirías. 

Uno de aquellos problemas que te niegas a ver es sobre la falta de tierra para cultivar alimentos que enfrenta en la actualidad la pequeña agricultura. Los pequeños propietarios están perdiendo sus tierras o no están accediendo a nuevas tierras para seguir desarrollando su actividad. Un caso ejemplar es la actual subasta de tierras del Proyecto Olmos, que fue retratado certeramente por Carlín, en una caricatura que reproduzco en esta columna. 

Muchos opinólogos neoliberales pretenden negar y tapar de manera casi desesperada, lo que es un hecho a gritos: que el Perú está viviendo una tendencia hacia la neolatifundización, con todas las distorsiones sociales y económicas que eso conlleva. Es decir, estamos en medio de un proceso de concentración de tierras en pocas manos, muchas veces ligado a características de acaparamiento. Para comprobar esta tendencia, las cifras no deben tomarse en un consolidado nacional, sino que debe enfocarse a una zona particular: la costa peruana, donde la tendencia es más fuerte. Analizar y comparar las cifras solo a un nivel nacional, es pretender manipular y esconder algunas conclusiones. 

Las últimas cifras agrarias que tiene el país son las del último censo agropecuario de 1994. Allí se establecía que las áreas de cultivo bajo riego en la costa bordeaban las 780 mil hectáreas. Según el censo, todas las unidades agropecuarias eran menores a las mil hectáreas. Sin embargo, ahora se terminarán de incorporar las 78 mil nuevas hectáreas de los proyectos de irrigación de Chavimochic y de Olmos, con lo cual las unidades agropecuarias con más de mil hectáreas aumentarán, y concentrarán la quinta parte de las tierras agrícolas de la costa. La quinta parte. Y son tierras donde no se está cultivando necesariamente alimentos para la demanda nacional, sino cultivos para biocombustibles o hacia la exportación. Una política neolatifundista promovida por los gobiernos de los últimos 20 años. 

El primer argumento que se esgrime para defender los latifundios agroindustriales de 10 mil, 20 mil o 30 mil hectáreas es que es la “única” o la “mejor” manera de realizar cultivos de agroexportación. Eso es una mentira más grande que todas las tierras compradas por el grupo Gloria. Los productores cafetaleros que en promedio poseen entre 2 a 3 hectáreas han demostrado que se puede hacer muy buena agricultura de exportación. Y esa oportunidad también la deberían tener otros miles de pequeños agricultores a través de políticas gubernamentales de asociatividad. Entonces surgen dos preguntas: ¿Por qué no se promueve fuertemente estás medidas de asociatividad de los pequeños agricultores? La otra pregunta más preocupante es: ¿Por qué se sigue defendiendo el monopolio de tierras de estas grandes empresas agroindustriales como Gloria, Romero, Oviedo, Camposol y Maple? 

A estas empresas no solo se les otorgan cuantiosos beneficios tributarios, sino que también se le venden tierras baratas que han sido subsidiadas por el Estado Peruano. Osea con la plata de todos. En la primera subasta de tierras de Olmos, cada hectárea de tierra se vendió a las empresas postoras a 5 mil dólares americanos. Sin embargo, esta hectárea eriaza y ganada por el Estado nos costó a todos los peruanos la suma de 20 mil dólares (según lo habría confirmado el propio Fernando Cillóniz, presidente del Comité de la Subasta de Tierras de Olmos). ¡Y se la vendemos barata a los grupos empresariales a solo 5 mil dólares! Cualquier economista con dos dedos de frente diría que el Estado hace una mala inversión. Pero extrañamente en el caso del proyecto Olmos no dicen ni pío. 

Acá no estamos hablando de corporaciones “malvadas” o que ya no deban existir. Lo que estamos hablando es que dichas corporaciones no necesitan 10 mil o 20 mil hectáreas para hacer agricultura a gran escala. Pueden hacerlo con mucho menos hectáreas. Lo contrario es simplemente acaparamiento de tierras. Tampoco estamos hablando de apoyar a un minifundio con tierras fragmentadas que son económicamente insostenibles, sino de promover una política de asociatividad dirigida a la pequeña agricultura, sector primordial en el abastecimiento de alimentos del país. Para tu lomo saltado y tu arroz con pollo. 

Que las oportunidades de acceder a nuevas tierras agrícolas también la tengan los pequeños y, porque no, los medianos agricultores. Que las tierras no sean para el que tiene más plata. ¿Por qué les niegan esa oportunidad? ¿Qué hay detrás de esa discriminación? Y en el caso de Olmos ¿dónde quedó la palabra favorita del presidente Humala?





13 abril, 2012

Gestión de Riesgo para prevenir los desastres


Los huaycos y las intensas lluvias han afectado a miles de personas, porque sus casas han sido arrasadas por las aguas y han perdido gran cantidad de hectáreas de sembríos. Esta situación es recurrente en nuestro país. ¿Existe una gestión de riesgo para prevenir estos desastres?

El sociólogo Pedro Ferradas, experto en Cambio Climático de la Ong Soluciones Prácticas, manifiesta que las autoridades piensan que el desastre es sinónimo de emergencia al que se debe responder, pero nunca piensan que lo más importante es prevenir y reducir los riesgos. "Lamentablemente mientras tengamos una cultura emergentista y no una cultura de prevención estaremos lamentando la ocurrencia de los desastres que se pueden evitar" acotó. 

Pedro Ferradas también señala que muchas de las autoridades son nuevas y no conocen las medidas de prevención de riesgo. Eso se debe a que dichos cargos son políticos y no técnicos. "Cuando empieza la nueva gestión municipal, se empieza de cero, entonces no hay un capital acumulado de técnicos con experiencia y conocimiento en gestión de riesgo, caso contrario ocurre con las juntas de regantes. Informo además que actualmente en 13 regiones del país se han formado redes de gestión de riesgo que están integradas por los representantes de la sociedad civil, ongs, y los gremios de los agricultores". 

Por ultimo el Sociólogo, Pedro Ferradas, dijo que los desastres tienen causas sociales y no naturales y que falta información y capacitación de las autoridades.



09 abril, 2012

Mad Max selvático y La Hora del Planeta



“¿Has visto Mad Max?”, me preguntó el ingeniero que me acompañaba en el viaje. La respuesta ─para un cinéfilo como yo─ obviamente era sí, pero no dejó de sorprenderme la peculiaridad de la pregunta, especialmente por el lugar donde nos encontrábamos: en medio del río Urubamba, luego de estar viajando durante varias horas en uno de los conocidos botes “pongueros” que surcan los ríos de la selva. “No es tan exagerado como Mad Max, pero en la selva el tema del combustible es parecido. No hay una guerra por la gasolina pero sí hay una tensión alrededor de ella, porque todo aquí depende del acceso a la gasolina”, me explica con marcado acento de la selva, mi compañero de viaje. 

¿Es válida la comparación? Para empezar, sí es cierto que la gasolina y el petróleo son estratégicos y al parecer irremplazables para el desarrollo de las actividades económicas y sociales en los distritos y comunidades de la Amazonía, especialmente en aquellos más alejados de las grandes ciudades. “La gasolina mueve todo”, me dice el ingeniero. El combustible es fundamental para las comunidades indígenas. Por ejemplo para los vehículos de transporte, como los peque-peque o las chalupas, único medio para viajar a otras comunidades. 

En otros casos, la gasolina es necesaria para ir al mercado más cercano y satisfacer la necesidad básica de comprar alimentos, ropa o un simple jabón. En todo está involucrado el acceso al combustible. Sin embargo los precios de la gasolina siguen siendo marginatorios para las familias. “El precio del galón es 15 soles. Es muy caro, pero qué más podemos hacer”, se pregunta de manera retórica uno de los conductores de peque-peque que nos cruzamos en el río Urubamba. 

La gasolina también es primordial para las empresas involucradas en el proyecto del gas de Camisea. A lo largo del Urubamba y de otros ríos de Ucayali, el tráfico ha aumentado considerablemente. Ya se ha vuelto común observar a las innumerables embarcaciones que traen y llevan equipos, insumos y maquinarias vinculadas a Camisea. Un efecto colateral del incremento del tráfico lo está sufriendo la pesca, ya que hay una escasez de peces en los ríos. “Las lanchas hacen mucho ruido y los peces parece que se espantan. Ya no pescamos tantos como antes”, me cuenta una dirigenta indígena de la comunidad Yine, en el distrito de Sepahua. Menos peces, menos alimentos, más problemas de desnutrición. 

Más allá de estar hablando de gasolina o petróleo, al final de cuentas de lo que se trata es del acceso a la energía. Es decir, que cientos de miles de peruanas y peruanos tengan acceso a la energía como cualquier ciudadano. La energía como motor de desarrollo. Un acceso que debe ser democrático, equitativo y ambientalmente sostenible. Sin embargo eso no está sucediendo. En pleno siglo 21, muchas comunidades siguen viviendo en épocas pre-Edison ya que carecen del servicio básico de electricidad. La única manera contar con energía es si acceden a paneles solares que cuestan entre 1000 a 1500 soles ─cifra que para muchas familias indígenas es inalcanzable─ o usando pequeños grupos electrógenos en base a gasolina. Existen otros distritos donde existe el servicio, pero la electricidad llega solo en la noche y por algunas pocas horas. Ahí la hora del planeta (apagar la luz como protesta simbólica) se hace todos los días y a la fuerza. 

La falta de energía trae problemas no solo en los servicios de salud, educación o acceso a la información, sino que también impide el desarrollo normal de pequeñas actividades industriales que podrían beneficiar a la población. La falta de energía significa cero oportunidades de desarrollo para los pobladores de la selva. Muchos de ellos parecen resignados a que la energía no sea distribuida de manera equitativa, y que la mayor parte esté en manos de las grandes corporaciones. 

Hace unos días, y apropósito del gas de Camisea, el presidente Humala anunció gas barato para todos los peruanos. En la actualidad, sobre el tema del gas, se vive una paradoja. A pesar que el gas de Camisea se produce en la selva y se anuncia que llevará energía barata al país, en los propios distritos y comunidades de la selva el gas se vende a precios exorbitantes, e incluso más caros que en la ciudad de Lima. Un balón de gas en el distrito de Sepahua puede llegar a costar 47 soles, Muchas familias siguen utilizando leña para cocinar sus alimentos, mientras ven como el gas de Camisea, que se encuentra a un solo paso de sus localidades, abastece de energía al resto del país menos a ellos. 

¿Existen otras alternativas de energía? Muchos especialistas en cambio climático anuncian el final de los combustibles fósiles y que en unas décadas podríamos estar viviendo situaciones semi-apocalípticas por la lucha de energía. ¿Serán parecidas a Mad Max o es una exageración? Lo cierto es que el mundo se ha vuelto extremadamente dependiente de la producción y uso de combustibles fósiles. Nuestro modo de vida es adictivo a los combustibles fósiles. Desde las grandes industrias y megaciudades que causan los gases de efecto invernadero hasta en el intensivo uso de los automóviles, los celulares último modelo que cambiamos cada seis meses e incluso la laptop con la que escribo este artículo. Un estilo de vida difícil de abandonar que está agravando el cambio climático en el mundo. Cambios que incluso ya se sienten y están afectando a comunidades tan remotas como Sepahua. “El sol está quemando más que en otros años. Los cultivos se mueren rápido”, me cuentan en varias comunidades. Ellos no han sido los causantes ni responsables del cambio climático pero sin duda son los más afectados porque se pone en peligro su mismo modo de subsistencia. El único que tienen. 

¿Debemos empezar a buscar otras alternativas a la gasolina, es decir a los combustibles fósiles? ¿La alternativa es cambiar de modo de vida? ¿Será tarde para hacerlo? No lo sé. Lo único que sé es que mientras millones de personas en el mundo celebran o conmemoran la Hora del Planeta ─un acto meramente simbólico─, en una remota comunidad yine de Ucayali, un niño indígena prenderá una vela porque no cuenta con panel solar, su padre irá al bosque a cortar leña porque su familia no puede comprar un balón de gas, y su madre no podrá transportarse en peque-peque porque el precio de la gasolina es muy caro. ¿Quién dijo inclusión? 


Sepahua, 30 de marzo 2012






04 abril, 2012

Galería fotográfica de las comunidades indígenas en Sepahua (Ucayali)

Sepahua (Ucayali) - Comunidades indígenas Yine

A finales de marzo viajé a la ciudad de Atalaya, y luego al distrito de Sepahua, a visitar a las comunidades indígenas yine que habitan la zona. Allí tuvimos la oportunidade de conocer a muchos líderes y pobladores indígenas, conocer sus experiencia y compartir con ellos parte de su modo de vida. Todo ello quedó registrado fotográficamente en esta galería de imágenes...

02 abril, 2012

La cultura de prevención y los peruanos - Federico Arnillas



"El Estado Peruano no ha contribuido a generar una cultura de prevención" afirma de manera categórica Federico Arnillas, presidente de la Mesa de Concertación de la Lucha contra la Pobreza. Esta quizá sea la respuesta a la crítica situación que se repite año tras año en nuestro país: los desastres impactan de manera terrible pero los peruanos hasta ahora no aprendemos la lección.

"Ni en la reconstrucción ni en la prevención estamos con todas las antenas puestas", asevera Arnillas. También existe otro enfoque dañino en el tema de gestión del riesgo, especialmente en la conductas de política pública de muchas autoridades locales y regionales. Arnillas describe algunas de estas actitudes. "Muchos dicen que el prevenir no da tantos dividendos como el reconstruir. ¿Para qué vas a prevenir? Mejor que ocurra el desastre y luego ya vienes con la emergencia, haces un poco de parafernalia y show", revela.

Otra autocrítica que deberíamos hacer los peruanos es que iniciamos las campañas de prevención demasiado tarde. "Es un tema de control ciudadano. Por ejemplo, si estamos en octubre, deberíamos estar presionando para ver qué está pasando con la limpieza y mantenimiento de cauces".

Sin embargo la principal dificultad que se vive en el país es la falta de presupuesto. "Los municipios no tienen dinero suficiente para poder responder a las fenómenos naturales. Los municipios locales y provinciales son los líderes del sistema de Defensa Civil en su ámbito, sin embargo en muchos de los casos no ocurre eso", afirma el presidente de la Mesa de Concertación de la Lucha contra la Pobreza.