05 noviembre, 2012

¿Se puede desfujimorizar la agenda mediática y política?




Obvia y paradójicamente el escribir esta columna no ayuda precisamente a desfujimorizar la agenda, pero cargaré con ese pasivo con la finalidad de reflexionar sobre el tema. No creo que se deba indultar a Fujimori, para empezar. Por varias de las razones que muchos ya han expuesto y que sería redundante explicar en estas líneas. Estoy más preocupado por la fujimorización (permítanme el verbo) de la agenda mediática y política del país, que a la larga provoca varias consecuencias. Por ejemplo, distraernos de temas realmente coyunturales y más importantes, como los conflictos sociales que se viven en el interior del país, y que han sido desplazados de la agenda política de muchas autoridades, de los medios de comunicación y de las redes sociales.
¿Qué podemos pensar de la aberrante fotografía de la lengua de Fujimori que enseñó estratégicamente su propio hijo Kenji, actualmente congresista? ¿Qué podemos pensar de la muy teatralizada foto ─tomada en plano picado o cenital─ de un Alberto Fujimori demacrado y echado en su cama, y donde incluso habrían utilizado luces de estudio? ¿Qué podemos pensar del cuadro autorretrato que habría pintado el mismo Fujimori donde en una especie de confuso haiku afirma: “Perdón por lo que no llegué a hacer y por lo que no pude evitar”?
Los titulares de los diarios en los kioscos, los reportajes de los programas de televisión y los memes, fotos y videos que han proliferado en las principales redes sociales han provocado que el tema “Indulto a Fujimori” esté en boca de todo el mundo y obviamente todos tienen ─tenemos─ una opinión sobre el tema. Y es un tema que polariza tanto porque lamentablemente muchos peruanos aún siguen considerando que Fujimori fue un buen presidente y que “pobrecito de él” debería ser indultado. Lamentablemente existen peruanos que siguen creyendo en el viejo refrán de “robó pero hizo obra”, y le perdonan al fujimorato la corrupción sistemática, los funcionarios ladrones, los vladivideos y la compra de los canales de televisión. Lamentablemente hay muchos peruanos que consideran que Fujimori ─solito él como Chuck Norris─ acabó con el terrorismo y al cual perdonan cualquier atentado contra los derechos humanos, como legitimando la infame frase de “los derechos humanos son un cojudez”, de aquel otro infame personaje.
¿Como saldrá el gobierno de un tema tan polarizante como este? ¿Cómo desfujimorizar la agenda mediática o política? ¿Querrá hacerlo el gobierno o más bien le interesa que sigamos distrayéndonos con este tema? Ningún tema es perenne ni dura eternamente, salvo que ─cual telenovela melodramática─ un cerebral y oscuro guionista esté inventando algunos puntos de giro dramático que permitan que el tema siga en agenda. Primero fue la foto de la boca, luego los cuatro hijos reunidos pidiendo el indulto al presidente Humala, luego vino la foto de la cama, y ahora el del cuadro autorretrato. ¿Cuál será el próximo capítulo en la telenovela “Insensato Indulto”?
Personalmente no veo las condiciones para indultar a Fuji. No tiene cáncer terminal y todavía está con sus facultades mentales y físicas, tal como la han expresado varios reportes médicos. Otras personas que en la actualidad están presas y que literalmente están agonizando, no han sido indultadas por el presidente Ollanta Humala. Esta semana informaron que el exlíder cocalero Iburcio Morales murió hace unos días en la cárcel, enfermo precisamente de un cáncer, y a pesar de que sus familiares pidieron el indulto presidencial éste no le fue otorgado. Humala no se pronunció y Morales murió en la cárcel, algo que no se puede desear a nadie. Lo trágico del asunto es que años atrás, Morales fue políticamente cercano a Humala, mejor dicho al antiguo Humala, el antiimperialista, del cual queda casi nada.
Lo más probable es que el indulto a Fujimori llegue en algunos meses o años, si es que Humala lograr atravesar indemne la ola de presión mediática y política de algunos sectores fujimoristas que le están exigiendo el indulto. Humala debe comprender que el Fujimori de hoy no es un enfermo terminal que irá a su casa a descansar, sino que sigue siendo el líder de un movimiento que aún aglutina a miles de fujimoristas ─que anhelan los tiempos de la prebenda y el clientelaje─ que pueden asumir una férrea oposición al actual gobierno. El presidente tendrá que decir NO y patear el tema unos meses o años más, cargando el pasivo político que eso le represente. Indultar hoy a Fujimori sería atentar contra la salud moral del país.

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