31 mayo, 2012

Nueve meses de gobierno: aún no nace una política agraria inclusiva



Nueve meses es una cifra simbólica. En los seres humanos, es el tiempo habitual que dura el proceso de gestación, cuyo momento cúspide es el nacimiento de un nuevo ser. Precisamente, hace nueve meses, el 28 de julio de 2011, el presidente de la República, Ollanta Humala, asumió el gobierno en medio de muchas expectativas, especialmente de los agricultores del país.

Luego de un gobierno frontalmente opuesto al desarrollo del agro —como el de Alan García y su criticada filosofía del «perro del hortelano»—, el sector agrario recibió a un nuevo presidente, que en la campaña electoral prometió cambios estructurales en aquel. Pero ¿el gobierno de Humala ya inició e implementó una nueva política agraria y rural para enfrentar los problemas de fondo de este sector, largamente olvidado? ¿O, a nueve meses de gobierno, seguimos careciendo de esta política estructural? Llevamos estas preguntas a tres conocedores del campo: el ingeniero Luis Zúñiga, dirigente arrocero y expresidente de Conveagro; el investigador principal de Grade, Gerardo Damonte, especializado en temas rurales; y el empresario agroexportador Jorge Chepote; tres miradas diferentes que analizan la actual situación del agro.

Las principales medidas en estos nueve meses

Jorge Chepote
«Estamos en el ícono de los nueve meses y este parto es sin cesárea y sin fórceps: es un parto natural. Es interesante que Humala haya continuado con una línea económica que permita que los inversionistas sigan viniendo a nuestro país», es la impresión del empresario Jorge Chepote. «Un acierto ha sido mantener la existencia de Agro Rural. Se debe seguir haciendo una serie de trabajos pendientes, como la recuperación de andenes. Ahí hay una cantidad de hectáreas que se pueden recuperar», opina Chepote.

«Se han hecho buenas negociaciones en el tema del algodón. Se han evitado los paros y se ha mantenido un diálogo con la gente involucrada en el agro. Es la única manera de llegar a mejores acuerdos, evitando que se hagan tomas de carreteras», destaca el empresario. El ingeniero Zúñiga también resalta esta apertura. «Ahora hay un diálogo más continuo con el Ministerio de Agricultura, que antes no existía y que es sumamente importante. Los gremios como Conveagro tienen más llegada, y las juntas de usuarios también», afirma el dirigente.

Otra medida favorable es la prohibición del ingreso de semillas transgénicas. «Fue una buena medida del presidente Humala, y hay que reconocer que favorece al sector agrario», expresa Zúñiga. «También fue importante la promulgación del decreto supremo 001, que permitirá que las organizaciones de pequeños agricultores puedan importar su productos agroquímicos y significará una rebaja de hasta una tercera parte del precio actual de mercado. Solo falta que el Senasa se ponga las pilas y podamos comenzar a importar», manifiesta el expresidente de Conveagro.

Luis Zúñiga
El sector agrario también saludó el otorgamiento de un presupuesto para el nuevo censo agropecuario y así remplazar el anterior y obsoleto censo de 1994. «Es importante que se muestren en forma real las cifras de cómo está el campo. Mientras que en los centros poblados grandes y las ciudades la pobreza ha bajado considerablemente, en el campo tenemos más del 60% de pobreza. Entonces debemos analizar por qué existe pobreza en el campo», señala Zúñiga.

Sin embargo, si bien son saludables las medidas agrarias realizadas en estos nueve meses por el actual gobierno, esas medidas no son trascendentales ni abordan de manera directa los problemas estructurales del campo.

El gobierno no enfrenta los problemas de fondo

Para Gerardo Damonte, hasta el momento el gobierno de Humala no ha querido cambiar el actual modelo de política agraria —de fuerte apoyo a la agroexportación—, heredado de García y de anteriores gobiernos. «En el gobierno están viendo la posibilidad de emprender algún tipo de viraje en temas de política agraria, pero aún no se han decidido a hacerlo. Hasta el momento persisten en la inercia», afirma el investigador. «Después de nueve meses, algo que sí te puedo asegurar es que este no va a ser el Gobierno de la Gran Transformación. Eso está clarísimo», enfatiza Damonte.

Para Zúñiga, los problemas de fondo «se tocan solo de manera tangencial. Dicen que la asociatividad es importante, pero no dicen cómo. Hay que lograr la competitividad, pero tampoco dicen cómo hacerlo», critica.

El dirigente afirma que uno de los principales problemas que continúan agravando la pobreza en el campo es la distorsión que existe en el sistema de comercialización. «Los comerciantes son los que empobrecen al campo. Ellos nos abastecen los insumos y los créditos, pero nos cobran precios altísimos. Veamos a los dos grupos más poderosos: Alicorp y Gloria. ¡Se han convertido en ricos de la noche a la mañana! Si visitamos cada uno de los pueblos, también encontraremos que el comerciante agrario está muy bien económicamente: buen local, camioneta 4 por 4, etc.; sin embargo, los agricultores están empobrecidos. Por ello, los productores necesitamos ingresar a la comercialización, para bajar de manera sustancial los costos de producción. Pero para eso se necesita apoyo político», acota Zúñiga.

Esta crítica es compartida por el empresario agroexportador. «La verdad es que hay un exceso en la intermediación. Por ejemplo, el intermediario, sin correr un solo riesgo, compra a 1 y vende a 1.50. Y el usuario final compra a dos soles», revela Chepote, que también critica la evasión del IGV por parte de muchos intermediarios informales y que significa una competencia desleal para los empresarios agroexportadores.

Chepote expresa asimismo que «uno de los grandes desaciertos es que el gobierno ha mirado el árbol, pero no el bosque», y que no se están dando varias medidas importantes. «He hecho agricultura en Ica por más de treinta años, y hemos desarrollado una gama de agricultores de exportación con éxito. Pero el gobierno central se ha olvidado del agua para Ica. No es posible que dentro de quince años esta región se vaya a desertificar. Villacurí va a desaparecer», alerta el empresario agroexportador. «Esa es una gran deuda que el gobierno central tiene con la región Ica y también con los pobladores altoandinos de Huancavelica», opina.

El poco acceso al crédito es otro problema de fondo que no se está enfrentando bien. «El gobierno no le está dando la importancia debida al pequeño y mediano agricultor. Agrobanco, lamentablemente, no tiene la capacidad ni las ganas de resolver este inconveniente. Ojalá que esta posible fusión con un banco extranjero le pueda dar más capital. No es posible que un banco de fomento agropecuario esté cobrando intereses más altos que la banca comercial e incluso una caja rural. En este tema, el gobierno de Humala aún mantiene olvidados a los agricultores», asevera el empresario.

Propuestas para una sierra olvidada

Sin duda alguna, establecer políticas concretas para el desarrollo rural de la sierra peruana continúa siendo la gran deuda del gobierno de Humala. Pero ¿cuál es el enfoque que debe primar?

Gerardo Damonte
«En la actualidad, un porcentaje grande e importante de la población de la sierra peruana no vive de la agricultura: tiene un pie en la agricultura y un pie en otro tipo de actividad. No viven exclusivamente de la agricultura», revela Damonte. «En algunos casos, más cercanos a los centros urbanos, su ingreso agrícola monetario es menor al ingreso monetario que obtiene de otras actividades. La tierra les sirve más bien como refugio o forma de subsistencia. Entonces, esa problemática no ha sido vista aún por el Estado. Hasta antes de Humala, el Estado creó programas como Sierra Exportadora, para que la sierra sea la costa. Pero la sierra no es la costa; tiene una dinámica distinta», aclara el investigador.

Pero ¿el agro es la respuesta para lograr el desarrollo de la sierra? Damonte analiza el actual proceso de transformación rural que vive esta región. «Dentro de ese proceso de transformación y de urbanización de lo rural (en la medida en que lo rural empieza a ser más dependiente de lo urbano) hay que ver en qué medida la sierra puede tener un beneficio económico. Y no va a pasar necesariamente por la producción agrícola. Puede ser un elemento de base y de motor, pero no tenemos que esperar a que la sierra sea la  exportadora de maíz para el mundo», plantea Damonte.

El empresario Chepote comparte la idea de que hay una deuda social con esta región. «En estos nueve meses yo no veo resultados de algo que haya sido significativo en la sierra. Algo se está tratando de hacer al promover, por ejemplo, el cultivo de la quinua y la kiwicha. Pero son movimientos tímidos. Por ejemplo, hay que buscar trigos mejorados que se puedan sembrar en la sierra. Y también es importante promover la siembra de pasturas, para evitar que el ganado coma ichu y coma, en su lugar, un pasto con mayores proteínas. Hay tanto por hacer en la sierra que, francamente, entristece ver que todavía no se hace nada seriamente», cuestiona Chepote.

Por último, el ingeniero Zúñiga pide cambios respecto a un problema que es recurrente cuando se habla de la sierra peruana. «Hay muy pocos técnicos que conocen la problemática de la sierra; y esto se da no solo en este gobierno, sino que viene de muy atrás. La gente que plantea soluciones para el campo es gente de Lima. Creen que desde Lima se puede manejar la realidad del campo. Entonces, todas las recetas no encajan porque no conocen la realidad del campo; he ahí el gran problema. Hay excepciones, pero son muy pocas», concluye el expresidente de Conveagro.


Entrevista a Gerardo Damonte (GRADE)

¿Por qué cree que Ollanta Humala puso en la agenda pública el tema del límite a la tierra?

Creo que Ollanta Humala tiene como parte de su formación política el modelo de Velasco, que está signado por la reforma agraria, y donde la idea de latifundio es una idea considerada negativa. Él, en su fuero interno, reivindica lo que la reforma agraria significaba en los años setenta, es decir, una modernización del Estado y una posibilidad de dar algún tipo de ciudadanía a partir de la propiedad.

¿Debatir un proyecto de ley de límites a la tierra es la mejor manera de enfrentar el problema de la concentración de la propiedad?

Yo estoy de acuerdo con debatir el tema de la limitación de tierras, pero no creo que se deba limitar la tierra necesariamente. Creo que el mercado tiene un espacio y, de alguna manera, puede limitarla. Sin embargo, sí creo que hay políticas de Estado que te pueden cambiar el tipo de estructura del tamaño de la tierra. El caso más fácil de ver es el de la subasta de tierras en Olmos. El Estado, fácilmente, pudo escoger otro tipo de esquema de subasta, o separar un pedazo de la tierra para ser subastada en terrenos más pequeños.

¿No hay una contradicción? Promueve el límite de las tierras, pero, por otro lado, apoya subastas de tierras como Olmos, que significan el empoderamiento de los latifundios…

Es una contradicción, pero tiene que ver con la estructura de desarrollo agrario que se está buscando. La estructura que ha estado funcionando en términos de mercado, en los últimos treinta años, es la de agroexportación. Si uno liga el tema del tamaño de la tierra solo a la eficacia económica —en términos de divisas, producción y exportación—, el Perú tendría una tendencia a la gran propiedad. Sin embargo, ya hubo un debate enorme sobre la función social de la tierra y se ha visto que no solamente sirve para exportar, sino también para mantener, para crear mercado interno, etcétera. Esta última es otra estructura de desarrollo distinta del enfoque de agroexportación.

¿Hacia dónde debe dirigirse la discusión sobre la tierra?
Hasta hace una década, la discusión de lo rural era una discusión muy ligada a las actividades agrarias y a la tierra. La discusión actual no puede quedarse en eso. La discusión actual sobre la tierra tiene que estar atada a discusiones sobre capacidades, sobre mercados locales, sobre formas territoriales de desarrollo, sobre formas de interacción entre lo rural y lo urbano. La frontera entre lo rural y lo urbano ya no está tan clara. Entonces, si uno mira el tema de la tierra como se veía en los años setenta, continúa siendo un tema importante, pero ya no es fundamental.

¿Humala conoce sobre desarrollo rural?
No. No tiene tampoco por qué saber necesariamente. Creo que ningún presidente en el Perú ha sabido de desarrollo rural.

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